Omnipotente y sempiterno Dios que con la sangre de tu Hijo quisiste ser aplacado y que nosotros fuésemos redimidos, te rogamos que nos concedas de tal suerte hacer memoria del precio de nuestra salvación; que podamos en esta vida conseguir el perdón: y en la eternidad el premio de la gloria, por el mismo Jesucristo
Señor Nuestro tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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